Los principios del judeocristianismo
El texto básico del judeocristianismo es la Biblia conservada en las tradiciónes judía y cristiana. Éste consiste en dos partes: la Biblia Hebrea y el Nuevo Testamento.
La Biblia es la palabra inspirada por Dios, escrito por seres humanos. La Biblia se debe entender como un todo, sin escoger solamente las partes que sirven a nuestros intereses. Sin embargo, el proceso de transcripción y transmisión es falible. Por lo tanto no es posible siempre entender la Bibla de una manera literal, sino en su propio contexto histórico.
Es necesario tener en cuenta la iluminación del contexto histórico y del sentido de la Biblia que nos ofrecen los especialistas en textos bíblicos. Sin embargo la obra de los especialistas no nos puede servir de guía exclusiva, porque muchas de sus observaciones se basan tanto en especulación como en conocimientos. Hay que luchar con las escrituras separando sus verdades eternas de sus expresiones temporales, y tratar de entender estas verdades a través de la fe y con el corazón.
La Biblia Hebrea se debe entender por derecho propio y según el orden original de sus textos. La Biblia Hebrea nos cuenta la historia del descubrimiento de la relación íntima entre Dios y los seres humanos en la experiencia del pueblo hebreo. El término bíblico que se refiere a esta relación es en inglés "covenant"; es decir, pacto o promesa.
El Nuevo Testamento es la continuación y la culminación de la profecía hebrea. En la vida y las enseñanzas de Jesucristo aprendemos que la relación íntima de Dios con los seres humanos se extiende a cada uno en todas las naciones de la tierra. La misión profética de Jesús fue transmitir este mensaje al mundo. El Nuevo Testamento extiende el pacto de la Biblia Hebrea a toda la humanidad.
El judeocristianismo no es un sustituto del judaismo ni del cristianismo. Es una manera de ver los dos que pone énfasis en la continuidad de ambas tradiciones. De esta manera el judeocristianismo no está obligado a las doctrinas cristianas o judías. Se aplica de la misma manera si uno cree que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías, o el último de los profetas hebreos. Los cristianos no deben renunciar a su creencia en la divinidad de Jesús y tampoco deben los judíos aceptar tal creencia para apreciar o beneficiarse de este enfoque. El judeocristianismo es un enfoque que une a la gente y que acepta tanto a judíos como a cristianos - y a todos los demás también - exactamente como son.
La idea principal del judeocristianismo es el amor sin interés propio. El amor sin interés propio se puede definir como la conciencia de la individualidad del otro. El mensaje central de Jesús es enseñar este amor, que es la culminación natural de la profecía hebrea. Por su buena y completa disposición para aceptar su sufrimiento y por su fe en la redención a pesar de todo, Jesús llegó a ser el representante de todo el sufrimiento humano, y por su sufrimiento demostró su mensaje profético del amor redentor de Dios.
Dios no se puede definir ni entender a través del intelecto. Es posible describir a Dios como bondad absoluta. Como somos creados en la imagen de Dios poseemos un "sentido de bondad", esto es, la capacidad de percibir el bien y de diferenciar el bien del mal. Esta capacidad tiene sus límites; no es infalible y es especialmente difícil evaluar las formas contradictorias del bien. Por lo tanto es necesario ejercer esta capacidad cautelasomente y con la conciencia de sí mismo. No obstante este sentido de la bondad es nuestro medio más fidedigno de saber y la guía más fiable para la acción. Es posible hacer caso omiso de nuestro sentido de la bondad, suprimiéndolo o descartándolo a causa del miedo de enfrentarnos a la ambigüedad. Sin embargo tenemos la responsabilidad de cultivarlo lo mejor que podamos. "El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad" (Romanos 8:26): si nos dedicamos sinceramente a entender lo que es la bondad, algo más alla de nosotros nos ayuda.
No podemos comprender la bondad en su totalidad; sin embargo podemos percibir sus numerosas expresiones específicas como el amor, la belleza, la honradez, la integridad, la generosidad, la paciencia, la compasión, la verdad y la justicia. El bien más alto de todos es el amor sin interés propio; éste es el patrón para juzgar las otras formas del bien. El sentido de la bondad se puede desarrollar. Es importante vigilar cuidadosamente nuestros pensamientos; si no, podemos confundir nuestros propios deseos y prejuicios con el verdadero bien. Tenemos la capacidad de distinguir nuestros deseos de la bondad verdadera, y sabemos bien si están diciéndonos la verdad. El sentido de la bondad bien desarrollado es la base más sólida de la fe, especialmente para los que no han aprendido la fe cuando eran jóvenes. Si podemos interiorizar el bien el sentido de la bondad, conseguiremos la esperanza de una Presencia salvadora más alla de nosotros, la cual es la fuente del bien que percibimos.
Teniendo en cuenta todo esto podemos hablar del propósito de nuestra creación. Dios nos ha creado para que podamos revelar su bondad. Como dice el himno ben conocido "Alabaré": "Somos tus hijos, Dios padre eterno, tú nos has creado por amor." Podemos expresar la bondad en todas sus varias formas, y también elegir la bondad sobre todas las alternativas. La intención más alta y el bien más grande que podemos manifestar es aprender a amar sin interés propio. Por lo tanto este principio nos puede servir de guía a la acción apropiada en situaciones difíciles. Podemos preguntarnos: de todas las opciones disponibles, ¿cuál permite más la revelación de la naturaleza de Dios?
Se puede hablar incluso de una razón específica de la creación de cada uno de nosotros. Esta razón individualizada se llama nuestro destino. Esto es la manera única de que todos nosotros estamos llamados a expresar la bondad en nuestras propias vidas. Se puede tratar de los talentos que Dios nos han dado, las tareas que debemos desempeñar, o cosas completamente diferentes incluyendo la red de nuestras relaciones y como por ellas podemos expresar el amor. Podemos considerar el viaje espiritual que dirige nuestras vidas como una búsqueda de descubrir y alcanzar nuestro destino. No podemos saberlo de antemano. Lo hallamos por dedicarnos a la voluntad de Dios, la cual es la expresión de la bondad en sí. Para practicar esto es necesario escuchar y seguir las pistas que nos dirigen hacia las maneras de expresar la bondad que concuerdan más con nuestra propia constitución y con las circunstancias de nuestras vidas.
Finalmente estos principios nos llevan al siguiente artículo de fe:
El propósito de la vida es realizar el amor sin interés propio. Si lo valoramos y si tratamos de practicarlo lo mejor que podamos, Dios nos ayuda en nuestros esfuerzos. Pero si lo ignoramos, estamos abandonados a nuestros propios recursos.
La prueba de la religión verdadera
Los principios precedentes nos llevan a un criterio según el cual todas las religiones se pueden juzgar. Demasiadas veces la religión, especialmente la religión teísta, expresa la intolerancia basada en creencias específicas. Su mensaje es el siguiente: si no crees exactamente del mismo modo que yo, Dios te rechazará y te echará de su reino. Tal religión es contraria al amor, y por lo tanto niega la bondad que es la esencia de Dios.
Hay solamente un criterio auténtico para juzgar las religiones: si conduce a la gente hacia el amor sin interés propio. Si lo hace, es una religión digna de respeto. Si no, entonces hay un camino mejor. Las distinciones de doctrina son de interés secundario y no cuentan para nada a la hora en que debemos dar cuentas de como hemos usado los recursos que Dios nos confió y que hemos tenido la suerte de gozar.
Cada religión que enseña intolerancia, que se representa como el único camino a la salvación, que predica que Dios rechaza a toda la gente que no cree del mismo modo a pesar de su corazón buena y sus obras buenas, tal religión no tiene el verdadero espíritu del amor y no puede ser un camino verdadero.
Nota explicativa
Para que no haya ningún malentendido, este sitio no tiene nada que ver con los "Judíos por Jesús" o el "judaísmo mesiánico." En realidad éstos son formas del cristianismo que se hacen pasar por judaísmo: exigen la creencia en las doctrinas básicas del cristianismo tradicional y no toleran los que no creen así.
El judeocristianismo no es judaísmo ni cristianismo sino un puente entre los dos. Su misión es explorar las implicaciones de las enseñanzas del judaísmo y del cristianismo viendo a Jesús como la continuación de la profecía hebrea. El judeocristianismo no exige ninguna creencia específica sino solamente que consideremos lo que se pueden enseñar las dos religiones la una a la otra y también lo que pueden enseñarnos. Las creencias específicas pertenecen a la relación entre Dios y cada persona. Se respetan aquí las creencias de ambas tradiciones.
El texto básico del judeocristianismo es la Biblia conservada en las tradiciónes judía y cristiana. Éste consiste en dos partes: la Biblia Hebrea y el Nuevo Testamento.
La Biblia es la palabra inspirada por Dios, escrito por seres humanos. La Biblia se debe entender como un todo, sin escoger solamente las partes que sirven a nuestros intereses. Sin embargo, el proceso de transcripción y transmisión es falible. Por lo tanto no es posible siempre entender la Bibla de una manera literal, sino en su propio contexto histórico.
Es necesario tener en cuenta la iluminación del contexto histórico y del sentido de la Biblia que nos ofrecen los especialistas en textos bíblicos. Sin embargo la obra de los especialistas no nos puede servir de guía exclusiva, porque muchas de sus observaciones se basan tanto en especulación como en conocimientos. Hay que luchar con las escrituras separando sus verdades eternas de sus expresiones temporales, y tratar de entender estas verdades a través de la fe y con el corazón.
La Biblia Hebrea se debe entender por derecho propio y según el orden original de sus textos. La Biblia Hebrea nos cuenta la historia del descubrimiento de la relación íntima entre Dios y los seres humanos en la experiencia del pueblo hebreo. El término bíblico que se refiere a esta relación es en inglés "covenant"; es decir, pacto o promesa.
El Nuevo Testamento es la continuación y la culminación de la profecía hebrea. En la vida y las enseñanzas de Jesucristo aprendemos que la relación íntima de Dios con los seres humanos se extiende a cada uno en todas las naciones de la tierra. La misión profética de Jesús fue transmitir este mensaje al mundo. El Nuevo Testamento extiende el pacto de la Biblia Hebrea a toda la humanidad.
El judeocristianismo no es un sustituto del judaismo ni del cristianismo. Es una manera de ver los dos que pone énfasis en la continuidad de ambas tradiciones. De esta manera el judeocristianismo no está obligado a las doctrinas cristianas o judías. Se aplica de la misma manera si uno cree que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías, o el último de los profetas hebreos. Los cristianos no deben renunciar a su creencia en la divinidad de Jesús y tampoco deben los judíos aceptar tal creencia para apreciar o beneficiarse de este enfoque. El judeocristianismo es un enfoque que une a la gente y que acepta tanto a judíos como a cristianos - y a todos los demás también - exactamente como son.
La idea principal del judeocristianismo es el amor sin interés propio. El amor sin interés propio se puede definir como la conciencia de la individualidad del otro. El mensaje central de Jesús es enseñar este amor, que es la culminación natural de la profecía hebrea. Por su buena y completa disposición para aceptar su sufrimiento y por su fe en la redención a pesar de todo, Jesús llegó a ser el representante de todo el sufrimiento humano, y por su sufrimiento demostró su mensaje profético del amor redentor de Dios.
Dios no se puede definir ni entender a través del intelecto. Es posible describir a Dios como bondad absoluta. Como somos creados en la imagen de Dios poseemos un "sentido de bondad", esto es, la capacidad de percibir el bien y de diferenciar el bien del mal. Esta capacidad tiene sus límites; no es infalible y es especialmente difícil evaluar las formas contradictorias del bien. Por lo tanto es necesario ejercer esta capacidad cautelasomente y con la conciencia de sí mismo. No obstante este sentido de la bondad es nuestro medio más fidedigno de saber y la guía más fiable para la acción. Es posible hacer caso omiso de nuestro sentido de la bondad, suprimiéndolo o descartándolo a causa del miedo de enfrentarnos a la ambigüedad. Sin embargo tenemos la responsabilidad de cultivarlo lo mejor que podamos. "El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad" (Romanos 8:26): si nos dedicamos sinceramente a entender lo que es la bondad, algo más alla de nosotros nos ayuda.
No podemos comprender la bondad en su totalidad; sin embargo podemos percibir sus numerosas expresiones específicas como el amor, la belleza, la honradez, la integridad, la generosidad, la paciencia, la compasión, la verdad y la justicia. El bien más alto de todos es el amor sin interés propio; éste es el patrón para juzgar las otras formas del bien. El sentido de la bondad se puede desarrollar. Es importante vigilar cuidadosamente nuestros pensamientos; si no, podemos confundir nuestros propios deseos y prejuicios con el verdadero bien. Tenemos la capacidad de distinguir nuestros deseos de la bondad verdadera, y sabemos bien si están diciéndonos la verdad. El sentido de la bondad bien desarrollado es la base más sólida de la fe, especialmente para los que no han aprendido la fe cuando eran jóvenes. Si podemos interiorizar el bien el sentido de la bondad, conseguiremos la esperanza de una Presencia salvadora más alla de nosotros, la cual es la fuente del bien que percibimos.
Teniendo en cuenta todo esto podemos hablar del propósito de nuestra creación. Dios nos ha creado para que podamos revelar su bondad. Como dice el himno ben conocido "Alabaré": "Somos tus hijos, Dios padre eterno, tú nos has creado por amor." Podemos expresar la bondad en todas sus varias formas, y también elegir la bondad sobre todas las alternativas. La intención más alta y el bien más grande que podemos manifestar es aprender a amar sin interés propio. Por lo tanto este principio nos puede servir de guía a la acción apropiada en situaciones difíciles. Podemos preguntarnos: de todas las opciones disponibles, ¿cuál permite más la revelación de la naturaleza de Dios?
Se puede hablar incluso de una razón específica de la creación de cada uno de nosotros. Esta razón individualizada se llama nuestro destino. Esto es la manera única de que todos nosotros estamos llamados a expresar la bondad en nuestras propias vidas. Se puede tratar de los talentos que Dios nos han dado, las tareas que debemos desempeñar, o cosas completamente diferentes incluyendo la red de nuestras relaciones y como por ellas podemos expresar el amor. Podemos considerar el viaje espiritual que dirige nuestras vidas como una búsqueda de descubrir y alcanzar nuestro destino. No podemos saberlo de antemano. Lo hallamos por dedicarnos a la voluntad de Dios, la cual es la expresión de la bondad en sí. Para practicar esto es necesario escuchar y seguir las pistas que nos dirigen hacia las maneras de expresar la bondad que concuerdan más con nuestra propia constitución y con las circunstancias de nuestras vidas.
Finalmente estos principios nos llevan al siguiente artículo de fe:
El propósito de la vida es realizar el amor sin interés propio. Si lo valoramos y si tratamos de practicarlo lo mejor que podamos, Dios nos ayuda en nuestros esfuerzos. Pero si lo ignoramos, estamos abandonados a nuestros propios recursos.
La prueba de la religión verdadera
Los principios precedentes nos llevan a un criterio según el cual todas las religiones se pueden juzgar. Demasiadas veces la religión, especialmente la religión teísta, expresa la intolerancia basada en creencias específicas. Su mensaje es el siguiente: si no crees exactamente del mismo modo que yo, Dios te rechazará y te echará de su reino. Tal religión es contraria al amor, y por lo tanto niega la bondad que es la esencia de Dios.
Hay solamente un criterio auténtico para juzgar las religiones: si conduce a la gente hacia el amor sin interés propio. Si lo hace, es una religión digna de respeto. Si no, entonces hay un camino mejor. Las distinciones de doctrina son de interés secundario y no cuentan para nada a la hora en que debemos dar cuentas de como hemos usado los recursos que Dios nos confió y que hemos tenido la suerte de gozar.
Cada religión que enseña intolerancia, que se representa como el único camino a la salvación, que predica que Dios rechaza a toda la gente que no cree del mismo modo a pesar de su corazón buena y sus obras buenas, tal religión no tiene el verdadero espíritu del amor y no puede ser un camino verdadero.
Nota explicativa
Para que no haya ningún malentendido, este sitio no tiene nada que ver con los "Judíos por Jesús" o el "judaísmo mesiánico." En realidad éstos son formas del cristianismo que se hacen pasar por judaísmo: exigen la creencia en las doctrinas básicas del cristianismo tradicional y no toleran los que no creen así.
El judeocristianismo no es judaísmo ni cristianismo sino un puente entre los dos. Su misión es explorar las implicaciones de las enseñanzas del judaísmo y del cristianismo viendo a Jesús como la continuación de la profecía hebrea. El judeocristianismo no exige ninguna creencia específica sino solamente que consideremos lo que se pueden enseñar las dos religiones la una a la otra y también lo que pueden enseñarnos. Las creencias específicas pertenecen a la relación entre Dios y cada persona. Se respetan aquí las creencias de ambas tradiciones.
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