Sanación de Fe - La Necesidad
Cuando la gente enfrenta serias enfermedades debilitantes, a menudo consideran la sanación sobrenatural o sanación de fe como última opción. Nuestras expectativas de sanación divina a menudo están puestas en una variedad de fuentes que se presentan a sí mismas como la única esperanza para una recuperación milagrosa. Algunos individuos buscarán el camino de los sanadores de fe o de aquellos que profesan tener una "habilidad para sanar." Se dice que objetos como pañuelos, íconos religiosos, o peregrinajes a lugares santos, le dan esperanza a aquellos en circunstancias desesperadas.
Cuando enfrentamos sufrimiento intenso podemos hasta ser tentados a dudar del carácter de Dios. "¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió curación? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?" (Jeremías 15:18).
Otros tratan de alentarnos confirmando que "todas las cosas les ayudan a bien a aquellos que aman a Dios" (Romanos 8:28). Pero nuestro sufrimiento presenta el desafío más grande de nuestra fe. En algún momento hasta podemos culpar a Dios por permitir que continúe nuestro dolor. O podemos preguntarnos: "¿Cuánta más fe necesito para ser sanado?"
Sanación de Fe - La Lección
Nuestro sufrimiento físico y emocional es magnificado cuando no podemos ver algo bueno como resultado de nuestra enfermedad. Cuando nos concentramos en lo que Dios puede hacer a través de nuestra enfermedad, esto nos mantiene enfocados en Dios, en lugar de en nuestras circunstancias difíciles. Poco después de que conocí a Melanie, ella me invitó a cenar. Melanie tiene diabetes, la cual ha afectado su vista y movilidad. Durante nuestra amistad de 10 años la he visto dar consuelo a otros con sus cestas, a las que llena con contenidos personalizados. "Yo solía terminarlas en un día o dos, pero me imagino que me estoy haciendo más lenta" dice ella con picardía en los ojos. "Dios nunca se apresura para nada así que he aprendido a trabajar a Su paso." Hay días en que sé que a Melanie le duelen sus hinchadas extremidades y se detiene por un momento, recostándose contra un banco para recobrar el aliento. Para ella sería fácil escoger un asiento al fondo de la iglesia. Pero luego ella ve a un visitante o a una persona que necesita una palabra de aliento, y allí se va, a pararse al lado de ellos.
Como Jesús, a Melanie le encanta ayudar a la gente. Los dos conocen bien el dolor y el sufrimiento. Ella fue herida en dos accidentes diferentes de tránsito, en los cuales cinco de sus siete hermanos murieron. Melanie entiende el dolor emocional y físico que no se disipa. Aún así, ella me recuerda: "Bueno me es haber sido humillada, para que aprenda Tus estatutos" (Salmo 119:71). Melanie ve cada día como un proceso de aprendizaje y a sus aflicciones como a su mejor maestro.
Sanación de Fe - El Resultado Final
La sanación es un acto de inmerecida misericordia por parte de un Dios soberano. Nosotros no tenemos fe en la fe misma (o en hombres, u objetos), sino en la gracia y misericordia de Jahveh-Ropheka: "Dios el Sanador." No hay duda de que Jesús nos quiere mucho -- Él sufrió y murió para que nosotros pudiéramos vivir eternamente en el amor de Dios. Su sanación no sigue un proceso que nos parecería lógico a nosotros. ¡Jesús sanó ojos ciegos aplicando lodo hecho con "saliva divina" (Juan 9:6–7)! Jesús a menudo fue poco convencional, resucitando al hijo muerto de una viuda por compasión, no por la fe de ella (Lucas 7:13). La fe no es algo que necesitamos "conjurar" a fin de ser sanados. Dios está en total control de la sanación. Cualquiera que sea el resultado, Dios está siempre con aquellos que sufren y entiende todos sus dolores y necesidades. La cruz nos recuerda que Dios se preocupa siempre por nosotros. Dios está ofreciéndonos una sanidad que es aún más perfecta que la sanación física o emocional. La salud perfecta está esperando por nosotros en la resurrección. "Por tanto, no desmayamos. Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria" (2da de Corintios 4:16–17).
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