¡Sabia y potente afirmación! Con ella se te obliga a reconocer al Padre como Única Presencia y Único Poder. Se te obliga a disolver el orgullo espiritual, la última de las faltas a superar. El ejemplo de tremendo castigo que acarrea esta falta lo han dado en la “caída” del más glorioso de los ángeles, LUZBEL, que se convirtió en LUCIFER por el pecado de orgullo. Esto debe ser una alegoría porque ningún Maestro nombra a semejante personaje; pero sea lo que fuera, la afirmación última del Padre Nuestro lleva la misión de liberarnos del último de los peligros, siempre que sea dicha con intención, fervor y devoción sincera
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